Incontro musicale
3 de agosto de 2024 20:00h CAE Jorge Manrique
Calle Santa María, 1, 34300, Paredes de Nava (Palencia)
Gratis, entrada libre
Incontro musicale
3 de agosto de 2024 20:00h CAE Jorge Manrique
Calle Santa María, 1, 34300, Paredes de Nava (Palencia)
Gratis, entrada libre
DESCRIPCIÓN
UN PROGRAMA SIN LEMA
Hace bastante tiempo que los programadores musicales sienten la necesidad de ofrecer sus productos bajo el título de un lema o de una idea rectora. Resulta ya difícil encontrar un programa de concierto (y no digamos de una temporada) que no venga subtitulado por alguna suerte de leit motiv. Algunas veces, esa idea se convierte en un interesante argumento que multiplica las perspectivas sobre un mismo tema. Otras veces, las más, aparece como un simple recurso destinado a insuflar una supuesta coherencia a lo que, de no ser por su concurso, podría ser visto como un simple amasijo de estilos, contextos y estéticas diversas.
Debo confesar que nunca me he sentido concernido por esa obligación del lema. En primer lugar, porque soy poco proclive al seguimiento de las modas; y en segundo lugar, porque creo que en el contraste y la heterogeneidad residen buena parte de los ingredientes necesarios para construir un programa interesante. No se trata de evitar los monográficos de temas o de autores, pero tampoco de enmendar su ausencia con artificiales pegamentos literarios. Un programa de concierto no es una tesis ni un teorema; tampoco un manojo de ocurrencias pensadas para ser referidas por un aforismo, o una frase feliz. En mi opinión, el diseño de un programa tendría que ver más con una buena trama, capaz de atrapar al oyente desde el comienzo, y de inquietarlo en un tránsito atrevido por paisajes y avatares diferentes, incluso tal vez de sorprenderlo con giros de guión inesperados, para que al final sea él mismo quien dote al concierto de un sentido global, tras escuchar el eco que este ha despertado en su interior. Dicho de otro modo: prefiero el concierto como provocación, que como contemplación beatífica de una venerable pieza de museo.
Así las cosas, comenzaremos con dos páginas de alguien que representó un verdadero cortocircuito en la evolución del tango argentino. Se trata de Astor Piazzolla (1921- 1992) quien, con su novísima concepción del tango, preñada de contrapuntos barrocos y complejidades rítmicas y armónicas contemporáneas, logró exasperar a la vieja guardia tanguera y entusiasmar a toda una generación de intelectuales y artistas que vieron en él la vía de supervivencia para un género nacional en declive. Tanto “Oblivion” como “Primavera Porteña” pertenecen a su etapa de madurez, y ninguna de ellas presenta las características más avanzadas de su peculiar estilo. “Oblivion” Fue escrita en Nueva York en 1982. Se trata de una milonga lenta, en la tonalidad de do menor, que glosa, como reza su título, la idea del olvido. Formó parte de la banda sonora de “Enrico IV”, dirigida por el italiano Marco Bellochio, y basada a su vez, en la obra homónima de Pirandello. “Primavera Porteña” fue escrita unos años antes, y acabó por ser incluida en la suite “Cuatro estaciones porteñas”, de evidentes resonancias vivaldianas, sobre todo desde que el ruso Leonid Desyatnikov decidió orquestar la obra y remarcar el vínculo con las archiconocidas “Cuatro Estaciones” de il prete rosso.
Mozart escribió su Cuarteto con flauta KV 285 en re mayor, durante su estancia en Manheim de 1777. Acababa de abandonar por voluntad propia la tutela del Príncipe Arzobispo de Colloredo, y salió de Salzburgo acompañado de su madre para recorrer Europa en busca de nuevos horizontes, mientras su padre Leopoldo permanecía junto al príncipe. En Mannheim conoció a Ferdinand de Jean, un rico empresario holandés aficionado a la flauta. Y para él compuso este cuarteto, que constituye una magnífica muestra de quatuor brillant, con una flauta solista que se desenvuelve en modo concertante, mientras un trío de cuerda secunda disciplinadamente su protagonismo. Sobresale la belleza del Adagio, un aria hermosa y expresiva acompañada por los pizzicati de las cuerdas.
El cuarteto con piano en la menor de Gustav Mahler es, en realidad, el primer movimiento de lo que, al parecer, estaba destinado a ser una obra más amplia. Se conserva el esbozo de un scherzo en sol menor que apuntaba hacia la continuación de un proyecto finalmente truncado. El caso es que este cuarteto constituye el único ejemplo del catálogo malheriano en el capítulo de la música de cámara instrumental. Se trata de una página juvenil que el autor redactó cuando contaba 16 años y estaba finalizando en Viena su primer año de Conservatorio. El propio Mahler al piano, la estrenó en 1876 junto con una sonata para violín y piano que finalmente se ha perdido. Alma Mahler redescubrió el manuscrito en 1960, y el cuarteto se reestrenó en Nueva York en 1964 y en Londres en 1968.
A partir de ahí, se sucedieron diversos intentos de completar la obra. Alfred Schnittke coronó los esbozos del scherzo desde una estética propia bastante alejada de la de Mahler. El pianista y compositor francés Enguerrand-Friedrich Lühl trató de finalizar no solo el scherzo sino la obra entera, escribiendo otros dos movimientos más. Y el holandés Marlijn Helder, realizó una interesante orquestación para la Filarmónica de Rotterdam. Hoy ofrecemos el cuarteto en su versión original, lo cual sin duda facilitará el contacto sin aditamentos con el universo sonoro del joven Mahler. En 2010, Martin Scorsese contribuyó decisivamente a la popularización de esta obra, al incluirla en la banda sonora de su película “Shutter Island”, protagonizada por Leonardo di Caprio.
La segunda parte se abrirá con mis “Cuentos de Hadas”. Los recuerdos más lejanos que yo conservo, provienen de un pueblecito de Soria, parecido a Cisneros y a Paredes de Nava, donde mis padres ejercieron largos años como maestros nacionales. Por eso me resulta particularmente grato dedicar esta suite a la “Fundación Cisneros”, organizadora de los conciertos que acogen su estreno. Se trata de seis postales que retratan a esos fantasmas amables que un día se vieron forzados a abandonar su castillo para seguir acompañándonos durante el resto de nuestras vidas. “La patria del hombre es su infancia” decía Rilke. Pues bien, los gnomos, los duendes, los cuentos y las canciones de cuna, cambian de ropa y de aspecto, pero permanecen siempre con nosotros, como centinelas que guardan y protegen la imagen del paraíso, pero también como encarnaciones de las promesas que nos sostienen y de las amenazas que nos acechan. El “Vals para Cenicienta”, que figura 4 como número IV, proviene del Vals-Scherzo de mi Sexteto, pero aparece aquí modificado, y despojado de todo componente sombrío.
Los tres tangos que cierran el programa proceden de los innumerables arreglos que realicé hace años para “Tango XXI”, y también representan para mí, un lejano recuerdo infantil: la afición de mi padre por los tangos y las milongas argentinas. Yo oía continuamente esa música desde la cuna, así que el vuelo melódico de la milonga lenta, el ritmo esquinado y canalla del tango y el rubato interno que Gardel administraba como nadie al cantar, quedaron convertidos pronto en elementos imprescindibles de mi imaginario musical. A partir de 2012, comencé a repensar ese mundo en un entregado ejercicio de nostalgia. Desde mi formación clásica, quise traducirlo a un lenguaje camerístico que no disolviera su carácter. El resultado fue la breve pero gratísima experiencia de “Tango XXI”, un grupo que integraron algunos de los músicos con los que sigo tocando en “Incontro Musicale” y de los que sigo aprendiendo, ya que a todos nos da por insistir de manera contumaz, reincidente, y la verdad, un poco inexplicable, en la música y en la amistad.
Jesús Ángel León