⬡ Jorge Manrique
Jorge Manrique, hijo del primer Conde de Paredes Don Rodrigo Manrique, que fue Maestre de Santiago, nació en Paredes de Nava en 1440, aunque la fecha no puede afirmarse con seguridad. Pertenecían los Manrique a una de las más antiguas familias de Castilla, entroncada con el linaje de los Lara y eran parientes remotos de la misma casa reinante. Hombres de frontera, participaron en las campañas de reconquista y en todas las contiendas interiores durante los reinados de Juan II y Enrique IV. Por parte de su madre, Doña Mencía, recibió el apellido de Figueroa, emparentado con la familia Mendoza. Sobre todos los miembros de esta poderosa familia sobresalió el Maestre Don Rodrigo, protagonista de las famosas Coplas, político, esforzado militar y enemigo de Álvaro de Luna.
Jorge, por ser el cuarto hijo varón del Conde, no heredó el mayorazgo de su casa, y aunque eclipsado por la sombra de su padre, también ocupó un lugar de cierto relieve: fue caballero santiaguista, Trece de la Orden, comendador de Montizón, Señor de Belmontejo y capitán de la hermandad del Reino de Toledo. Al lado de su padre y de su tío Gómez Manrique, también famoso poeta, luchó a favor del infante Don Alfonso contra Enrique IV, y después de la muerte del infante al lado de doña Isabel, de quien fue entusiasta seguidor.
En este entorno familiar y en semejante ambiente político y guerrero, se formó y vivió Jorge Manrique. Encarna, pues, el carácter de caballero medieval; una prueba de ello es la divisa que portaba en sus justas juveniles, cuya leyenda decía: “Ni miento ni me arrepiento”. Su vida de soldado tuvo una continua presencia en su obra poética, en la que rara es la composición en la que no aparecen referencias a lo militar como símiles de todo tipo (Castillo de Amor, Escala de Amor, etc..).
Los votos de profesión como miembro de La Orden de Santiago no le impedían contraer matrimonio, como así lo hizo en el año 1470 con doña Guiomar de Castañeda , hija del primer Conde de Fuensalida y hermana de la tercera esposa de su padre, el Maestre Don Rodrigo. De ella tuvo dos hijos. Los últimos años de su vida estuvieron dedicados a la causa de los Reyes Católicos. Combatió en Calatrava contra el marqués de Villena en el cerco de Uclés.
Luchando contra las tropas de Villena, defensor de Juana la Beltraneja, murió frente al Castillo de Garci-Muñóz, en 1479. Sus soldados lo trasladaron al Monasterio de Uclés para recibir sepultura junto a quien, al morir, le había inspirado la evocación de la muerte más triste pero más bella que en el castellano existe.
Su muerte ha quedado envuelta en la leyenda. Dice Rades y Andrada que al vestir a Jorge Manrique sus soldados encontraron en su pecho unos versos inacabados “contra el mundo”, que años más tarde, en 1537, serían publicados en el Cancionero General. Estos versos contienen, según Menéndez Pelayo, el mismo pensamiento capital que domina en la célebre elegía dedicada a su padre, cuya íntima, aunque resignada tristeza, parece un presagio de la negra fortuna que amenazaba al autor. Este poema es un verdadero atisbo de la muerte presentida.
¡Oh, mundo! Pues que nos matas,
fuera la vida que diste
toda vida;
mas según acá nos tratas,
lo mejor y menos triste
es la partida
de tu vida, tan cubierta
de tristezas, y dolores
muy poblada;
de los bienes tan desierta,
de placeres y dulzores
despojada.
Es tu comienzo lloroso,
tu salida siempre amarga
y nunca buena,
lo de en medio trabajoso,
y a quien das vida más larga
le das pena.
Así los bienes -muriendo
y con sudor- se procuran
y los das;
los males vienen corriendo;
después de venidos, duran
mucho más.
Por su doble dedicación a las armas y a las letras y por su trágica muerte en plena juventud, la vida de Jorge Manrique ha sido comparada con la de Garcilaso de la Vega, poeta, cortesano y hombre de armas como él.